Aquí os dejo la letra:
Campanitas de la aldea
(de Francisco de Val)
(de Francisco de Val)
Campanitas de la aldea,
que llamáis al amor mío,
no toquéis hoy tan temprano,
que hace frío, mucho frío.
Está nevando en la aldea,
que mi amor ya se ha dormido.
No quiero que se despierte,
que soñando está conmigo.
Que más que a nadie en el mundo
le oigo decir que me quiere,
mientras un rosal sin rosas
se está vistiendo de nieve.
Guardad silencio, campanas,
mientras mi cariño duerme...
Que no quiero darle un beso
para que no se despierte.
Calladas están las fuentes.
Dormidos los surtidores.
Y, hasta que el sol no sonría,
llorando estarán las flores.
Parece que allá en el cielo
se desnudan los almendros,
y la torre de la aldea
de novia se está vistiendo.
De esta canción tan dulce, tan sencilla, tan nostálgica, me gustaría destacar esta estrofa:
Parece que allá en el cielo/se desnudan los almendros,/y la torre de la aldea/de novia se está vistiendo.
No había visto nunca una definición de “nevar” tan poética: “el desnudarse de los almendros del cielo”. Esta comparación entre la caída de los copos de nieve y la de los pétalos, como si el cielo estuviera lleno de almendros a los que se les caen las flores, me parece entrañable. Como la de vestirse de novia la torre de la aldea. Los almendros se desnudan para que la torre se vista.
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