Es una curiosidad, un puro retruécano, que el autor de uno de los folletines más exitosos de todos los tiempos lleve el apellido Follett. Los pilares de la Tierra (libro que no he leído al completo) es una de esas obras que todo lector de a pie tiene entre sus favoritas. Publicada en 1989, esta extensísima novela de género histórico describe los entresijos de la construcción de una catedral gótica en la villa inglesa de Kingsbridge, en el siglo XII. Multitud de personajes entretejen sus tramas vitales con un trasfondo de guerras feudales, traiciones, amoríos imposibles, buenos buenísimos y malos malísimos. Ha dado lugar a una reciente secuela titulada Un mundo sin fin.
Un buen lector amigo mío afirma que, si bien Los pilares de la Tierra no es un mal libro, falla al no ser capaz Ken Follett de dotar a sus personajes de una personalidad realista, una "redondez" que verdaderamente nos permita sorprendernos de sus decisiones. Tampoco parece que Follett consiga dar verosimilitud histórica a su trama, ya que las motivaciones de algunos personajes son plenamente contemporáneas e impensables en un contexto medieval. Siempre podremos decir que la complejidad de carácter de un personaje es algo supeditable a otros aspectos como, sobre todo, el argumento. Yo podría estar de acuerdo, a sabiendas de que la a veces excesiva importancia concedida a la introspección en los personajes no es sino una buena costumbre convertida en mal dogma por autores del Modernismo como James Joyce o Virginia Woolf. En la buena novela de género, si bien se disfruta mucho más cuando el personaje tiene claroscuros, lo realmente importante es el qué, y no tanto el quién. Si concebimos novelas como Los pilares de la Tierra según este criterio, siempre tienen la opción de salvarse de la quema.
Ken Follett, novelista y cantante de blues.
Otra cosa es que hablemos del género histórico -o pseudohistórico, que de todo hay- y nos pongamos a comparar unas novelas y otras, a ver cuál sale ganando. Desde luego, yo no puedo ser un buen juez en este sentido, ya que la novela histórica nunca me ha atraído demasiado. Mi referencia básica es El puente de Alcántara, de Frank Baer, una de las mejores novelas históricas que soy capaz de imaginar. Personajes redondos, un realismo atronador y una trama envolvente completan una obra plenamente satisfactoria que, de no ser por el mega-best-seller de Follett hoy en día podría ser vista como el paradigma del género.
Edición en bolsillo.
Estos días están pasando por televisión la adaptación de Los pilares de la Tierra que recientemente han producido Ridley y Tony Scott, y que cuenta con el pleno beneplácito del autor de la novela. Obviando las diferencias que siempre puede haber entre un libro y una película (una serie en este caso), es notorio lo que, a priori, se me dijo sobre esta obra: los personajes se mueven siempre empujados por un impulso primario, los buenos por el amor, la justicia y la búsqueda de la felicidad personal; los malos por la codicia, el odio, la ambición y la venganza. Nunca uno de los buenos hará algo malo; nunca uno de los malos hará algo bueno. Son todos peones en un juego de ajedrez cuyo mayor interés radica en saber qué nueva fechoría tramará el clérigo malvado para fastidiar a los buenos y matar a unos cuantos de ellos, o con cuál de los dos maromos se quedará la chica, con el raro-artista-incomprendido o con el normal-empresario-emprendedor.
Cartel de la serie de TV (o portada del pack en dvd).
Del mismo modo que nunca se debe juzgar un libro por su portada, jamás deberemos juzgar una novela por su adaptación en imágenes, pero desde luego, Los pilares de la Tierra (la serie) me mantiene en un estado de escéptica incertidumbre, a sabiendas de que Ken Follett camina sobre una cuerda floja que, de ser finalmente atravesada me puede entusiasmar; y de terminar en una caída, puede evitarme la innecesaria lectura de un ladrillo de 1000 páginas. A opinar.
xD
ResponderEliminarShee Go$emhih reshulonaha!¡!
k kuando seh enfadah aceh buuahp buahp buahp
sige a$ih Kampeon!¡!¡
gracia$ ah tih ezcrivo meho k nuncah!¡!