martes, 15 de febrero de 2011

SHERLOCK HOLMES Y LAS HUELLAS DEL POETA


Este segundo pastiche de Rodolfo Martínez fue muy criticado, y eso que es mejor que la sabiduría de los muertos, me explico. William Hudson, sobrino del ama de llaves de Holmes, y Rick Blaine (sí el Bogart de Casablanca) buscan el Necronomicón en España, bajo el Alcázar de Toledo, en plena Guerra Civil Española. Así que supongo que, quienes acudieran a leer pensando en una aventura con Hemingway, Robert Capa y Lorca, y se encuentren aquí con Clark Kent (sí, sale Supermán) se sentirá ultraestafado. PERO, y aquí viene lo sorprendente, Rodolfo Martínez crea un MUNDO PROPIO, distante de Conan Doyle y la pluma de Watson, en el que fagocita y reutiliza todo lo que le gusta, sin complejos, y así por ejemplo tenemos a Franco conspirando en la sombra, la explicación de la longevidad de Holmes (¡esas abejas!) o a por qué Clark Kent no hizo nada contra Hitler, así como el destino final de Holmes. Yo me lo pasé bomba, y me dejé llevar por este mundo crucigrama.

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