No fue hasta ayer, leyendo un relato de Prosper Merimée (romántico francés autor de Carmen) concretamente La Venus de Ille, que advertí que a los tópicos del Romanticismo (amor post mortem, espectros, cementerios) había que sumar uno: la leyenda de la estatua que cobra vida. Así, en El Beso de Bécquer, o con el Convidado de Piedra de Zorrilla. Pero el germen de todas ellas sería El Golem, de Gustav Meyrinck. Es un ser de arcilla creado mediante la magia (precedente de Frankestein, animado por la electricidad) que obedece las instrucciones que se graban en su cuerpo o engulle escritas. Los cuentecillos del Golem son de la tradición oral judía veterotestamentaria (por ejemplo, una mujer le ordena sacar agua del río, y a cubos, sin parar, el Golem inunda la ciudad) La historia del Golem aparecía en la letra en 1847 en una colección de relatos judíos, publicado por Wolf Pascheles de Praga. Aproximadamente sesenta años después, una descripción ficticia fue publicada por Yudl Rosenberg (1909). De acuerdo con la leyenda, el Golem podía estar hecho de la arcilla de la orilla del río Vltava (río Moldava) en Praga. Tras realizar los rituales prescritos, el Rabbi desarrolló el Golem y lo hizo venir a la vida recitando los conjuros especiales en hebreo. Cuando el Golem de Rabbi Loew creció más, también se puso más violento y empezó a matar a las personas y difundir el miedo. Al Rabino Loew le prometieron que la violencia en contra de los judíos pararía si el Golem era destruido. El Rabbi estuvo de acuerdo. Para destruir el Golem, eliminó la primera letra de la palabra "Emet" de la frente del golem para formar la palabra hebrea que representaba la muerte. (De acuerdo con la leyenda, los restos del Golem de Praga están guardados en un ataúd en Praga, y puede ser devuelto a la vida de nuevo si es necesario.
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