Quizá al terminar algún libro habéis leído en su última página: "Este libro es respetuoso con el medio ambiente" Y sí, es compatible el papel con el ecologismo, sin hablar siempre del libro digital como baluarte de la salvación forestal. El proyecto Libros Amigos de los Bosques de Greenpeace pretende implicar a los
escritores y a la industria editorial en la defensa de los bosques
primarios a través de la compra de papel respetuoso con el medio
ambiente. Además de Random
House Mondadori, Greenpeace España ha contactado hasta la fecha con
el Grupo Planeta, Grupo Santillana, Tusquets, Anagrama, Ediciones
Xerais, Icaria Editorial, y RBA Ediciones, entre otras. La gran mayoría de las importaciones españolas de papel de
impresión y escritura proceden de de Finlandia, país que exporta
una cuarta parte del papel de impresión y escritura que se consume
en todo el mundo, así que nos estamos fumando los bosques primarios filandeses, destruidos para, en parte, alimentar, la industria papelera española. Hay gente tan ecologista que se despide de sus libros favoritos reciclándolos en el
contenedor azul, después de una nostálgica lectura final.
Yo no puedo.
Sé que quién
deshaga mi casa no va a tratar con cariño lo que he acumulado. Pero hablando con El Conde, en una cafetería-librería, concluíamos que cada libro es un trofeo, como la cabeza de un animal cazado expuesta en la pared. Naturalmente he donado, regalado, enviado a Bibliotecas…. pero todo evoluciona y en algunas Bibliotecas públicas cuando se insinúa que tenías libros que donar dan un ¡¡impreso con
instrucciones ¡¡ en el que avisan de que no quieren prácticamente nada!! (es más trabajo para el personal) Incluso una vez al año determinadas Universidades sacan un fondo de sótano de libros expuestos para que los estudiantes se los lleven, y os sorprendería el fondo bibliográfico de determinadas diputaciones, que si no donan a colegios o institutos, reciclan o tiran. Sí, hay incluso iniciativas en las que se dona a una ONG un libro de segunda mano que luego ellas reciclan a coste de un euro para el tercer mundo, y cuando pienso que desmantelando mi biblioteca salvaría vidas, pienso que tenemos más de lo que nos merecemos. Quizá todos deberíamos testar una donación final de nuestros libros a algún centro penitenciario. A mí me gusta pensar que los libros, los buenos libros, cumplen una misión en la vida, y que esperan a un lector/a curiosa que se haga mejor con su lectura, y que algún día, ese hombre/mujer, salve el mundo a su manera.
¿Habrá un Andy DuFresne en El Acebuche? me pregunto...
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