Ray Bradbury dijo que se lanzó a escribir tras un misterioso encuentro con un hombre que leyó algunos de sus escritos y le animó a seguir practicando. Lo llamó, con su fantasía habitual, "el misterioso señor eléctrico". Mi madre siempre me contaba, que el primer libro que compró al azar, por tener uno, porque le hacía ilusión ahorrar y comenzar su pequeña biblioteca, fue Farenheit 451º con su mundo de
libros perseguidos por bomberos flamígeros pero salvados por lectores
contumaces en una de las más hermosas fábulas sobre la perennidad de la
lectura.
Y ayer, a los 91 años, falleció.
Bradbury, que dispone ya de un cráter en su honor en la luna y que pidió
que sus cenizas sean esparcidas en el planeta rojo, será recordado por
muchas cosas, por las Crónicas marcianas, colección de relatos sobre la colonización del planeta Marte que cambió
para siempre el género fantástico y entusiasmó a Borges; por El vino
del estío y La feria de las tinieblas, dos de las novelas
más conmovedoras jamás escritas sobre el delicado momento en el que los
niños descubren la existencia del tiempo, de la muerte y de la
responsabilidad.
Se le recordará también por sus estremecedores cuentos sombríos, los de El país de octubre, que tanto han influido en autores de terror como Stephen King. Pero sobre todo recordaremos de Ray Bradbury su capacidad para mezclar en un combinado único la fantasía, la poesía y la ciencia ficción.
Yo lo conocí leyendo Farenheit 451. Nos deja otro grande.
ResponderEliminarSaludos!!