lunes, 21 de julio de 2014

Mis 30 obras imprescindibles de la ciencia-ficción (III).

Este es mi particular top-ten. Sé que no es demasiado original, pero vamos...

UNA PRINCESA DE MARTE (A Princess of Mars, 1917), de Edgar Rice Burroughs.

Mi abuelete favorito de la moderna ciencia-ficción es el héroe John Carter, un veterano de la Guerra Civil Americana que se ve transportado a Marte en un viaje extracorpóreo, para allí convertirse en una especie de superhéroe gracias a unas cualidades físicas excepcionales causadas por la baja gravedad del planeta rojo. Por supuesto que su mundo de criaturas inverosímiles y princesas en apuros está muy superado por los estándares actuales, pero la influencia de Burroughs es tan brutal que, gracias a sus historias de guerreros marcianos (publicadas en una larga serie de libros que reunían capítulos de los pulps de entonces, por entregas), todavía sobrevive la rama más aventurera y desenfadada de la ciencia-ficción clásica. Ya pasó por aquí.



1984 (Nineneen Eighty-Four, 1948), de George Orwell.

No podía dejar de incluir en el top ten al menos una obra de las que los rancios críticos académicos reconocen sin taparse la nariz, y creo que 1984 es quizá el título más adecuado para engrosar la cima de la lista. Orwell realizó con esta novela una durísima crítica del régimen de Stalin (el famoso Gran Hermano no deja de ser su émulo) en forma de distopía, o tal vez ucronía. La historia es sencillita, pero atrapa en seguida y terminas leyendo el libro de un tirón.



EL JUEGO DE ENDER (Ender's Game, 1985), de Orson Scott Card.

La obra más conocida de Scott Card, y la primera de una larga saga con algunas otras entregas memorables, fue una demostración -en plenos años ochenta- de que el género de ciencia-ficción literaria todavía era capaz de ofrecer historias totalmente originales, basadas en buena premisas. En una línea militarista que podríamos entroncar vagamente con las obras de Heinlein y Haldeman, El juego de Ender sí que transmite un mensaje pacifista, en este caso jugando (y nunca mejor dicho) con algo tan despreciable como el adiestramiento de niños soldado, y convirtiéndolo en una gigantesca epopeya con un final muy impactante. Todo un icono de la ciencia-ficción actual.



CITA CON RAMA (Rendez-vous with Rama, 1972), de Arthur C. Clarke.

De los tres grandes maestros del género (Clarke, Heinlein y Asimov), solamente Clarke fue capaz de realizar con total naturalidad la transición que llevó a cabo todo el género en los años setenta hacia un modelo literario más centrado en la tecnología, con más ciencia que ficción, que se llamó "ciencia-ficción dura". De no ser por la legendaria saga que comentaremos después, Cita con Rama bien puede ser considerada la gran obra maestra de su autor, una perfecta mezcla de especulación científica con el carácter misterioso e indescifrable del Clarke de siempre. Todo comienza con la caída de un asteroide que destruye varias ciudades del norte de Italia, tras lo que se crea una red de vigilancia espacial para evitar que se repita la tragedia. La trama estalla cuando es detectado un objeto kilométrico, de aspecto cilíndrico y muy probablemente artificial, que acaba de entrar en nuestro Sistema Solar y cuyos fines son del todo desconocidos.



MARTE ROJO / MARTE VERDE / MARTE AZUL (Red Mars, 1992; Green Mars, 1994; Blue Mars, 1996), de Kim Stanley Robinson.

Hablando de ciencia-ficción dura, aquí tenemos su ejemplo más perfecto. Robinson logró con su multipremiada trilogía marciana no solamente ofrecer una detallada crónica de la terraformación futura del planeta vecino a un nivel químico, climático y geológico, sino también desplegar ante nosotros la gran aventura humana de los primeros hombres y mujeres que deciden hacer de Marte su hogar, luchando cada cual por crear un mundo a su medida, una utopía por la que merezca la pena vivir y morir. Decir que la trilogía de Marte es épica es quedarse muy corto. Baste decir que, si algún día hay un grupo de seres humanos que se disponga a vivir allí, seguramente llevará los libros de Kim Stanley Robinson en su equipaje. Ya comentamos Marte Rojo en este mismo blog.

 


CRÓNICAS MARCIANAS (The Martian Chronicles, 1950), de Ray Bradbury.

Algo tiene Marte que, a pesar de que contamos con otros siete planetas sobre los que especular, ha dado lugar -como ya hemos visto- a una buena cantidad de obras literarias imperecederas, de las que Crónicas marcianas es la más fascinante. Bradbury nos narra, con un sentido apabullante de lo poético y lo romántico, la decadencia de un planeta en el que los seres humanos irrumpen como un elefante en una cacharrería. La delicadeza con la que se nos descubre el extraño y bellísimo mundo de los marcianos es la característica común a los relatos que Bradbury reunió bajo el mismo título. Esencial.



HYPERION (1989), de Dan Simmons.

Algo tiene este libro (ya comentado en el blog) que, mientras lo lees fascinado, con los ojos como platos, tienes la sensación de que contiene lo mejor de cada una de las ramas en que la ciencia-ficción literaria se ha ido desarrollando a través de muchas décadas. Hyperion se desarrolla siguiendo el patrón de los Cuentos de Canterbury de Chaucer, con un grupo de peregrinos que narran sus historias personales mientras viajan al encuentro del mítico monstruo Alcaudón, mientras el universo conocido está a punto de sumirse en la mayor guerra de todos los tiempos. Junto con La caída de Hyperion, esta novela forma un díptico indivisible que viene a ser algo así como el "no va más" del género, en cuanto a calidad literaria, imaginación y sentido de la maravilla. Es la clase de libro que, una vez lo has leído, te preguntas por qué no ha caído mucho antes en tus manos.



2010: ODISEA DOS (2010: Odyssey Two, 1982), de Arthur C. Clarke.

Esta inclusión en la lista es quizá la menos predecible por mi parte. ¿Por qué 2010 y no la archiconocida 2001: una odisea del espacio? Porque, tal y como afirma acertadamente la sinopsis de su contraportada, 2010 convierte a su predecesora en un simple prólogo. Clarke escribió la primera novela paralelamente al guión de la película de Stanley Kubrick, y pese a que a priori parecía difícil superar una historia tan redonda y mística como aquella, el autor logró con 2010 una novela capaz de mezclar con equilibrio la fascinación por los misterios del cosmos de la ciencia-ficción de la edad de oro con el refinamiento tecnológico de décadas posteriores. El argumento es más largo, más complejo, y Clarke asume riesgos narrativos que nos hacen pensar en 2010 como en su título más ambicioso. ¿Y si, después de que el astronauta Bowman lograse convertirse en el primer ser humano de una nueva etapa evolutiva, la insondable conciencia tras los monolitos decidiese dar la oportunidad de la inteligencia a otra especie de nuestro mismo sistema solar?



DUNE (1965), de Frank Herbert.

Considerada por muchos, justamente, como la mejor novela individual de ciencia-ficción de todos los tiempos, algo así como El Señor de los Anillos del espacio, Dune es también uno de los iconos más reconocibles de su tiempo. Dune mezcla narración convencional con complejos monólogos interiores para contar la historia del planeta Arrakis, disputado por diferentes casas feudales por ser el único lugar del universo donde crece la especia que posibilita los viajes interestelares. Aunque Herbert podría haberse metido en un jardín tremendo a base de alucinaciones tipo LSD, conciencias expandidas y misticismo orientalista un tanto indescifrable, Dune resulta una experiencia literaria tan completa y satisfactoria que, al terminarla, solo queda la sensación nada habitual de haber leído algo verdaderamente importante, algo muy, muy grande.


FUNDACIÓN (Foundation, 1951), de Isaac Asimov.

Un poco como ocurre con Ciudadano Kane para el cine, la saga de Fundación (sobre todo su central "trilogía de Trantor") es generalmente reconocida como cumbre absoluta del género. Ya la comentamos por aquí. Asimov construye sus historias a base de diálogos, no tanto de narraciones en tercera persona, y siempre jugando al despiste gracias a sus abundantes "cliffhangers". Fundación trata sobre una teoría conocida como Psicohistoria, desarrollada por un científico mítico llamado Hari Seldon, gracias a la cual logra predecirse el declive y caída del enorme imperio en que nuestra galaxia se ha convertido en un futuro muy lejano. Tal como ocurrió en la Edad Media, en la que los monasterios preservaron buena parte de la cultura durante los años oscuros posteriores a la caída del Imperio Romano, Seldon propone la redacción de una enciclopedia galáctica que reúna todos los conocimientos de la humanidad, y así lograr reducir, en la medida de lo posible, la era de barbarie que necesariamente seguirá al fin del imperio. A cargo de este trabajo estará una fundación creada para ello, cuyo emplazamiento y características deberán estar estudiados con todo el cuidado posible, y cuyo devenir solamente es conocido -en secreto, porque habrá sorpresas- por el propio Seldon. Completan la trilogía las también imprescindibles Fundación e imperio y Segunda fundación, aunque a éstas podemos sumar las dos secuelas, Los límites de la Fundación y Fundación y Tierra, y las precuelas Preludio a la Fundación y Hacia la Fundación. Como comentamos en la entrada anterior, casi toda la obra de Asimov entronca con este universo único.



¿Qué me ha faltado? Pues leer más, como es natural. Primero, alguno de los clásicos de Robert A. Heinlein como La Luna es una cruel amante, Estrella doble o Forastero en tierra extraña. Y después, títulos muy conocidos que todavía no he tenido tiempo de leer, como La mano izquierda de la oscuridad, Los propios diosesLas fuentes del paraíso, La ciudad y las estrellasNeuromante, Tú el inmortal, Solaris, La nave de un millón de años, y un etcétera que abarca todo el género. Tiempo habrá de dedicarles buenos ratos a todos.

1 comentario:

  1. Justo hoy he conocido la página,me alegra porque aprecio mucha afinidad de gustos,pero me ha preocupado enormemente la inexistencia de mujeres en ésta lista de 30 obras preferidas,nada de Úrsula K. LeGuin de James Tiptree de Joanna Russ,...,me sorprende,pero tú mismo reconoces que te falta mucho por leer,¡Que afortunado eres!, tantas obras maravillosas por descubrir,mundos enteros por explorar.¡Que envidia!.

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