jueves, 28 de abril de 2011

Capítulo 17: EL APOCALIPSIS VIVIENTE


Hyperion (1989) es la obra magna del escritor estadounidense Dan Simmons con la que ganó el Hugo y el Locus, y no me cabe la menor duda de que es una de las mejores y más ambiciosas obras de ciencia-ficción de todos los tiempos. Es un ladrillo considerable, pero se lee en una semana escasa; y durante todo ese tiempo, uno es incapaz de quitárselo de la cabeza. Simmons se ha hecho especialmente conocido por sus traslaciones a mundos futuristas de algunas de las obras literarias claves de la civilización occidental, como en su personal visión de la Ilíada de Homero en la saga Ilión. El libro que nos ocupa supone la primera de sus grandes revisiones, en este caso lejanamente inspirada en los Cuentos de Canterbury de Chaucer y, por extensión, en el Decamerón de Boccaccio.

Dan Simmons

No es esta la clase de novela de la que uno quiera saber excesivos detalles del desarrollo, pero puede describirse a grandes rasgos como la epopeya de un grupo de peregrinos que, en un futuro lejano, viajan al apartado planeta Hyperion para llevar a cabo un ritual religioso que evitará de algún modo una guerra a escala universal. Cada peregrino va contando su historia personal por el camino, llegando siempre al punto en que se reúne con los demás para iniciar el periplo hacia un misterioso lugar conocido como las Tumbas de Tiempo, una suerte de necrópolis situada al norte de Hyperion (por todo lo demás una mediocre colonia agrícola) que, en los miles de planetas que la humanidad ha explorado y colonizado gracias al dominio de los viajes interplanetarios, parece constituir el único misterio inexplicable desde el punto de vista de la ciencia. Estas tumbas parecen envueltas por un campo de energía que las hace moverse hacia atrás en el tiempo a la misma velocidad a la que el resto del universo avanza hacia adelante.

El Alcaudón contempla las Tumbas de Tiempo, en la portada de una secuela.

Pero lo verdaderamente intrigante de este lugar, y de toda la trama, es la misteriosa criatura conocida como el Alcaudón, un monstruo humanoide de tres metros y pico con todo su cuerpo cubierto de púas de cromo líquido, capaz de moverse a velocidades sobrenaturales y con la horrible afición de trinchar vivas a sus víctimas -peregrinos, normalmente- de las púas de un árbol gigantesco que hay en la zona de las Tumbas de Tiempo, de las que parece ser su guardián. Se le venera como una deidad viviente (tiene su propia religión, que en el futuro hipotético de la novela sobrepasa de largo al Cristianismo y que organiza las peregrinaciones como forma de sacrificio) y se teme que, en última instancia, sea él quien desencadene el fin de nuestra especie. No sé cómo lo hace Simmons pero, palabrería amenazante aparte, desde que se menciona por primera vez al Alcaudón consigue estremecernos de pies a cabeza, y eso que la criatura prácticamente no se persona en ningún momento ante los protagonistas. Seguramente adquirirá pleno protagonismo en la segunda parte de este díptico, publicada al año siguente y de título La caída de Hyperion.

Otra edición.

¿Y qué hace de Hyperion la magnífica novela que es, aparte de todo este argumento tan enrevesado y del gusto de los mejores nerds? Pues que es un libro que bebe de otros libros, decenas de ellos, desde cuadernos de viajes a novelas negras de detectives, pasando por dramas familiares, historias de amor imposibles y la mismísima Biblia; y sobre todo de la ciencia-ficción clásica de Frank Herbert, Ray Bradbury, Asimov y Larry Niven, sin dejar a un lado los enigmáticos poemas narrativos del Romanticismo inglés. El propio título hace referencia a Los cantos de Hiperión, de John Keats, y Simmons no duda en colar al joven poeta en el argumento de su novela mediante una complicada técnica de clonación que termina situándolo en una batalla campal a base de rayos láser en una megalópolis futurista al estilo de Blade Runner. Estamos ante una creación literaria excepcional y de primer orden, uno de esos libros cuya pertenencia a un género infravalorado han evitado que figure, para los académicos (esos señores de bigote y gafas que todos sabemos), entre las grandes obras de la Literatura de nuestro tiempo.

El poeta romántico John Keats, inspirador involuntario de Hyperion.

Un pequeño apunte para los curiosos, aparte de recomendar Hyperion con todo el ímpetu del que soy capaz: Simmons predice, sin querer, tanto el advenimiento de Internet como red global y suprema de comunicación humana, como un incidente muy concreto que, según comentan los protagonistas del libro, causó la destrucción del planeta Tierra mucho antes del inicio del hilo argumental. Lo llaman el Gran Error, y consistió en la creación accidental de un pequeño agujero negro durante un experimento científico que acabó desintegrando nuestro planeta en poco tiempo. Me dan escalofríos al pensar en todos aquellos temores de hace un par de años, cuando empezó a funcionar el colisionador de hadrones en Suiza y algunos pensaron que eso mismo podría ocurrir aquí y ahora.

lunes, 11 de abril de 2011

LA TEMPESTAD


Las únicas obras de fantasía que hizo Shakespeare son esta y El Sueño de Una Noche de Verano. Y mucho se ha discutido sobre el sentido oculto de La Tempestad. ¿Una segunda oportunidad en una isla misteriosa? ¿La civilización contra la barbarie? ¿Otra vez el poder restituido? Lo que está claro es que esta vez sí que se trata más de un teatro para ver representado (y bien) que para ser leído. En la historia que escribe William Shakespeare, el Duque de Milán vive exiliado, es un sueño tanto en la vida real, ser escritor, como onírico, escribir las obras.De hecho acaba así: "Estamos hechos de la materia de los sueños, termina nuestra vida con un sueño" Punto final excelente y más que acertado a la historia. La vida es un teatro, el sueño sus bastidores. Y Fin...

MORTAL Y ROSA


Un tema recurrente en la Literatura es la de usarla como bálsamo del dolor. Pero ante algo tan doloroso como la certeza de la pérdida ¿de qué sirve? de nada. La suave cadencia del romancero, las palabras bellas, el lamento, no puede aliviarnos. Albert Camus decía que cómo podemos creer en un Dios que permite que un hijo enferme. Un niño enfermo es una profanación. Miguel Hernández lloraba sobre los cuentos que escribía a su hijo desde prisión, y todos hemos sentido la fealdad desgarradora de las nanas de la cebolla. Oscar Wilde en De Profundis encontró a Dios a través del dolor de perder a sus hijos. El hijo de Unamuno sufría hidrocefalia. Pobre Unamuno ¿cómo iba a tener fe en algo? Y llegamos a Francisco Umbral. El mayor prosista en lengua castellana del Siglo XX, con un carácter cínico y amargado que comprendo tras leer Mortal y Rosa, en el que explica cómo intenta sin éxito sobreponerse a la muerte del hijo. Salir a comprar una lámpara, y volver con fiebre y con miedo. Ver cómo pierde la sonrisa del niño, capitán de sus sueños. ¿Qué nos mira, cómo verán al mundo sus ojillos tiernos? Y perderlo para siempre, y escuchar en las noches de insomnio cómo crece. Dice Umbral que consiguió apartarse del mundo y refugiarse en la Literatura, y prolongar los sueños de su infancia. La vida es una batalla, y sólo al final sabemos si hemos perdido o ganado. Este texto que dejo de Umbral a continuación, me parece más real que el lamento inicial de Hamlet:

Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién engaña este cielo azul, este mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de meses soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la muerte por las costas de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No tiene otra ley que la persistencia.

viernes, 1 de abril de 2011

¡VAMOS A CAZAR MAMUTS, CHICAS!


Acaba de salir el nuevo tomaco de la escritora Jean M. Auel de la saga de los Hijos de la Tierra, que comenzó con un exitazo El Clan del Oso cavernario, original libro de cavernícolas que indagaba en las tradiciones, métodos de caza, recolecta, cómo pasar los inviernos, etc. Aparte de ser una apasionada aventura en la época prehistórica, entusiasmó a las mujeres, de una forma inusual. No es sólo porque la protagonista sea una mujer, sino porque abunda en un tema muy comercial: el imposible feminismo prehistórico, que conmueve a cualquier lectora actual abanderada de la idea de que el rol actual de las mujeres es nulo (y lo que están es confundidas y estresadas, porque con lo de la liberación de la mujer les han vendido un cuento aún más esclavizador). Así es como la lectora se identifica, ¿se sienten las mujeres cromagñonas en un mundo de masculinos neardentales? Veamos, Ayla es distinta y no acepta las normas establecidas. Por otra parte, ella puede hablar y los miembros del Clan se comunican mediante señas, La inteligencia de Ayla supera la de los miembros del clan y demuestra tener una gran capacidad de aprendizaje, apenas le enseñan a contar y pronto demuestra una noción superior de las matemáticas. Es una supermujer, que incluso en la fallida segunda entrega se entrega a la liberación sexual (los tres últimos episodios del Valle de los caballos son fantasías eróticas de la autora) Pero hete aquí que el tercer volumen, en opinión de mi hermana, es la caña, y la saga remonta y despega, hasta el sexto, que ya le he comprado, y que es el más gordo de la saga, y hemos creído oportuno recomendar aquí, que somos ya un poco homo erectus.

EL MARAVILLOSO MUNDO DE NILS HOLGERSON


El maravilloso viaje de Nils Holgersson es una famosa obra de ficción de la autora sueca Selma Lagerlöf. El telón de fondo para la publicación fue un encargo de la Asociación Nacional de Maestros en 1902 para escribir un libro de lecturas de geografía para las escuelas públicas. El argumento del libro trata de un joven muchacho, Nils Holgersson, que no hacía otra cosa que comer y dormir, y después le gustaba hacer travesuras». Disfruta molestando a los animales de la granja de su familia.Mientras sus padres están en la iglesia y le han dejado en casa para que se memorice capítulos de la Biblia, Nils captura un duende con una red. El duende le propone a Nils que si lo libera le dará una gran moneda de oro. Nils rechaza la oferta y el duende le castiga, convirtiendo en duende al propio Nils, aunque al mismo tiempo le concede el don de poder hablar con los animales, quienes están encantados de ver al muchacho reducido a su tamaño y están deseosos de vengarse. Mientras ocurre esto, un grupo de gansos salvajes vuelan sobre la granja en una de sus migraciones, y Martín, uno de los gansos domésticos de los padres de Nils, se une a ellos. En un intento de rescatar algo antes de que su familia regrese, Nils se agarra fuerte al cuello del ave cuando este logra despegar con éxito para unirse a las aves salvajes.

Los gansos salvajes, que al principio no están de acuerdo con llevar con ellos a un niño y un ganso doméstico, al final lo llevan a un intrépido viaje a través de todas las provincias de Suecia, observando sus características naturales y recursos económicos. Al mismo tiempo, los personajes y las situaciones que encuentra hacen de él un hombre responsable: el ganso doméstico debe probar su capacidad para volar como los experimentados gansos salvajes, y Nils necesita demostrar a los gansos que él sería un compañero útil, a pesar de sus reparos iniciales. Durante el viaje, Nils aprende que si demuestra que ha cambiado para mejor, el duende podría estar dispuesto a devolverle su tamaño original.