jueves, 24 de marzo de 2011

Capítulo 16: EL DETECTIVE GASTRÓNOMO


¿Sonaría descabellado que un detective al estilo hard-boiled, un tipo desengañado y de vuelta de casi todo, justiciero de profesión, tuviese como mayor aliciente de su dura existencia el bacalao al pil pil? Pues sí, porque en España estas cosas son posibles. El nuestro es un país donde, tanto en la vida como en el arte, las hazañas más épicas, más dignas del Hollywood de las palomitas y los rayos láser, pueden interrumpirse perfectamente para que el protagonista deguste un buen arroz con conejo. Esa clase de cosas hace el detective Pepe Carvalho en la famosa serie de novelas escritas por el polifacético autor Manuel Vázquez Montalbán, de las cuales he tenido el placer de leer dos: Los Mares del Sur (1979, ganadora del Planeta) y El Balneario (1986), ambas demostraciones de que aquí también se puede escribir novela negra de la buena. No siempre lo patrio es una copia barata de lo que se hace fuera, menos todavía cuando se recurre a la esencia de lo nuestro como base en la construcción del relato.

Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003)

La serie de Carvalho se caracteriza, en mi humilde opinión de lector que no la ha leído completa, por describir distintos paisajes sociales de la España de finales del siglo XX, esa época en la que pasamos fugazmente de un régimen dictatorial cutre a una joven democracia en la que han sobrevivido nuestros prototipos de siempre, tanto políticos como culturales. En varias ocasiones se tiene la impresión de que Carvalho deambula por las páginas de sus novelas como un convidado de piedra mientras son los demás personajes, por ejemplo los sospechosos de los delitos que se investigan, quienes verdaderamente hacen avanzar la trama y constituyen el arroz de la paella. En El Balneario, por ejemplo, Carvalho parece más una sombra al fondo que el protagonista, dejando recaer el peso de la acción sobre los pintorescos turistas que pueblan el establecimiento del título, y que suponen retratos vívidos y parcialmente paródicos de lo que los españoles entendemos como guiris de toda la vida: son caprichosos, nos miran por encima del hombro, amenazan con querellas, etc. Los españoles no salimos mejor parados en lo que a la mordacidad del autor se refiere, ya que los personajes autóctonos de las novelas de Carvalho suelen estar definidos por su procedencia regional o su contexto social, nunca cayendo en tópicos hirientes sino más bien en sutiles trazos que cualquiera reconocería sin posibilidad de discusión. En Los Mares del Sur es más bien la ciudad de Barcelona -sucia, gris, brutalmente real en su cotidianeidad- la que aporta el ingrediente principal del plato, resultando en última instancia la principal culpable del crimen a investigar.


Vázquez Montalbán, eso sí, crea un personaje muy rico con su detective precisamente porque suele ser el único de sus tramas que escapa a la sátira. Tiene lo que se suele llamar "un pasado" (ha estado en el Partido Comunista y en la CIA, degusta soberbios menús junto a su fiel ayudante apodado Biscuter y, por lo general, actúa de manera bastante sorprendente por lo impredecible) y no es un personaje unidimensional con una gabardina, un sombrero ladeado y un cigarrillo en la boca, sino un individuo tan complejo como podríamos serlo cualquiera de los lectores. Advierto que Montalbán no se corta a la hora de mostrarnos sus momentos de mayor intimidad con total crudeza (antológica es la escena de El Balneario en que describe un enema terapéutico como una espeluznante violación), lo que nos dejará en algún momento un tanto desconcertados.

Recomiendo dejarse los prejuicios sobre "la españolada" en el cajón, ignorar por completo las películas y series de televisión más bien ligeritas que se han hecho sobre Carvalho y disfrutar de alguna de las amargas historias del detective gastrónomo en su forma auténtica. Al final nos gustarán más o menos, pero no se puede negar que Vázquez Montalbán sabía como hacer que el bacalao soltase la gelatina de la piel para dar espesor a la salsa, y también cómo hacer que nos sintiésemos reconocidos en nuestra esencia manteniéndonos bien alejados de cualquier clase de humor castizo simplón.

2 comentarios:

  1. Gracias por la recomedación. La voy a buscar en México para leer ambas obras.
    Saludos

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  2. O.K., puede ser una manera un poco brusca de conocer esa parte de la identidad española de la que habla Montalbán, si es que todavía no la conoces... pero son grandes novelas.

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