lunes, 3 de diciembre de 2012

STEPHEN KING 1ª ÉPOCA

Así es como llamo al Stephen King distinto del actual. El actual (2ª época) quiere dar miedo, pero también conmover y poetizar.  El de la primera época quiere provocar pánico a base de escribirlo muy bien. Es como, mire, cierre los ojos, hay algo aquí que quiero que toque...  Hay temas recurrentes (niña con poderes en Carrie y Ojos de Fuego; pandillas de amigos que se reencuentran de adultos en It y en La tormenta perfecta; coches asesinos en Christine y Buick 8; asesinos en serie reemplazados por perros -Cujo y El Perro de la polaroid) y novelas largas que hubieran funcionado mejor como relato corto, y novelas cortas que hubieran dado para más. Es el caso de Maleficio, una novela que hubiera necesitado una profunda revisión, porque podría haber sido una gran épica de redención del protagonista aquejado de una maldición gitana, de la que podría haberse desembarazado con un viaje de superación personal contra-reloj, y en lugar de eso el prota intenta pasar la maldición a otro de una forma anticlimática y macabra, que nos devuelve al personaje al inicio. Se trata entonces de que cuanto más adelgazaba, más lo hacía también moralmente. Muchos de esos relatos, salvando los increíbles cuentos de El Umbral de la Noche, parecen capítulos alargados de la Dimensión Desconocida. Es el caso de El perro de la Polaroid, un cuento de relleno para completar su libro Las 4 después de Medianoche, que tras la magistral El Policía de la Biblioteca, es un puro divertimento tras una buena idea: la de un mundo fantasma que pueden registrar las cámaras polaroid del que viene un perro asesino que se acerca más cuantas más fotos tomas. El suspense es sólo ¡Ay, que ya viene! ¡Que me come! Qué lejos está éste King del de Duma Key. Pero, como el mismo King dice, muchos de estos relatos no los escribió para ganar dinero, sino porque le dio la gana. Y eso está bien. Muy bien.     

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